Se suspendió el cotejo que estaba previsto disputarse ante Talleres y más allá pudo haber servido para probar variantes, también ayuda a darles descanso a los jugadores.
Por Gabriel Obelar
Este sábado, se tuvo que haber disputado el amistoso entre Patronato y Talleres en el Presbítero Bartolomé Grella. La lluvia que cayó por la madrugada en la capital entrerriana obligó a suspender el cotejo, para no perjudicarse.
El que tenía mayores preocupaciones sin dudas era el Patrón. Con un plantel corto, con varios jugadores con molestias físicas y tratando de recuperarse, más la ayuda de los pibes de la Reserva, el Negro no tenía un equipo fijo, iba a realizar diversas variantes y mirar posibilidades.
Marcelo Guzmán fue baja luego del partido ante Lanús, donde jugó infiltrado por un golpe en su tobillo y en los últimos días se limitó a caminar junto a Carrasco. Ezequiel Garré ya dejó de ser jugador del Santo; su reemplazo, Lucas Márquez, sigue lesionado aunque se especula que en una semana podría entrenar con normalidad.
Lautaro Geminiani, también afectado, no iba a jugar ante la T y es otra de las bajas. El chileno Gonzalo Espinoza, flamante refuerzo, todavía no podrá estar ya que viene con varias semanas sin realizar una pretemporada. Y Renzo Vera tuvo una molestia y tampoco se lo iba a arriesgar.
Está claro que la suspensión de un amistoso es malo porque deja sin posibilidades de mostrar variantes y probar alternativas. Sin embargo, mirando el panorama, el campo de juego del estadio en malas condiciones y lo físico que pasa factura, más la falta de incorporaciones, hace que esta suspensión sea bastante positiva para el Rojinegro.