En esta entrega de La Cábala Mujer vamos a introducirnos en las experiencias y aprendizajes de esta nadadora paranaense. Ella tiene 22 años y nació el 27 de julio de 1993. Daniela nos cuenta de su participación en las competencias, su relación con su hermano y su actualidad.
Sobre sus inicios como nadadora dice que es una historia extensa, pero que puede resumirla: ”Mi papá era nadador y había entrado en el mundo de aguas abiertas. Yo me dedico más a eso que a pileta, mi papá empezó en Echagüe de chiquito y nos llevó a la familia (mis hermanos, mis abuelos, mis tíos), desde que tengo un año voy a nadar. Empecé a competir a los cinco años».
Este deporte para ella significa “todo; es como que es todo yo antes, ahora no tanto. Antes me levantaba y pensaba ¿qué va a ser de mi vida si no nado?, porque me levantaba, desayunaba y me iba a nadar, siempre. Significa mucho en realidad, tengo muchos recuerdos y los más importantes son gracias a la natación».
Este año, Daniela dejó las aguas, se encuentra trabajando y estudiando Profesorado en Química, es por esto que no puede entrenar como lo hacía antes.
En su memoria tiene un lugar de honor para el Torneo Nacional Máster, al que fue con su entrenador (Mariano). Allí se consagró como campeona argentina. Además, por supuesto sus andanzas en la Hernandarias-Paraná.
Una anécdota que siempre cuenta es una que vivió en la maratón internacional Hernandarias-Paraná: «Iba nadando y ya no daba más, habrá sido la séptima hora y lloraba. Ellos (los entrenadores) muestran en una pizarra por dónde vas. Mi hermano me iba escribiendo, guiando, dando de comer y ya no daba más. Entonces me mostró la pizarra y decía ‘Te amo, sos mi ídola’ y me dio fuerza para seguir y gracias a eso llegué».
Su cábala es tener a su entrenador que es nada menos que su hermano Mariano, “siempre tiene que estar ahí conmigo sino no puedo”.
Daniela habló acerca del apoyo recibido por los nadadores a nivel provincial y nacional. A ella no se le dio apoyo cuando era la única mujer entrerriana en competir a nivel internacional y que actualmente no se ha mejorado con los nadadores actuales. A nivel argentino, cree que los deportistas reciben becas que les sirven en cuanto a las competiciones internacionales.
En cuanto a la ayuda ella cuenta que no recibía más que una beca de $4000 mensuales, “no llegaba ni a comprarme la malla porque sale alrededor de $7000, entonces se me iba en eso y además los suplementos que tenía que comprar y accesorios… Se me iba todo”.
La natación implica mucho sacrificio y detrás de todo buen deportista, existe un sostén. A ellos quiere agradecer nuestra protagonista: «A mi familia, a mi hermano, a mis amigas -que me bancaban impresionantemente-; toda la gente que me apoyó y nos apoya diariamente, al Rowing -que me recibió, yo corrí mi primera Hernandarias-Paraná en Echagüe y en la segunda, lo habían echado a mi hermano, entonces me tuve que ir a nadar al PRC con él, ellos nos brindaron la pileta y nos recibieron muy bien-«.
Sobre el final, su hermano Mariano habló sobre lo que implica ser entrenador y a la vez hermano de una nadadora.
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