El Gordo cumplirá un sueño este domingo cuando entre a la Bombonera, lugar en el que jugó su ídolo: Juan Román Riquelme. «De chico me incliné por Boca, pero hace 10 años Patronato se adueñó de mi pasión», explicó y comentó su relación con Forestello: «De un padre a un hijo», indicó.
Este sí que no será un partido más, de los tantos que jugó y le esperan jugar a Lautaro Comas, el pibe que surgió de las divisiones inferiores del club, que es un hijo pródigo de los hinchas, el más mimado y uno de los que más levanta el ánimo del plantel.
El Gordo vive horas de mucho nerviosismo y ansiedad, porque tendrá la posibilidad de jugar desde el minuto cero en la Bombonera: «Pedía mucho esta oportunidad y gracias a Dios, que me escuchó, se me da cumplir uno de los tantos sueños que me propuse», inició.
«Se que hay que disfrutar, pero debemos estar al margen de que hay que sumar la mayor cantidad de puntos posibles. Por más que sea un partido difícil, podemos ir hacer un partido digno y traer algo de esa cancha difícil». Una mezcla de sensaciones, con la mente puesta en sumar la mayor cantidad de puntos, pero con la tarea difícil de no mezclar sus sentimientos.
En relación al partido digno, explicó: «Plantarnos y que no suceda lo del fin de semana pasado, y demostrar que tenemos un gran equipo para jugarle de igual a igual al puntero o cualquier equipo».
«Lo único que me dicen es que disfrute y esté alegre. Si bien ayer comenté que nacimos en la época del Boca o River y si bien me incliné por el lado de Boca, por lo que es más especial el partido. Pero obvio que Patronato hace más de 10 años que se adueño de una pasión que siento y que me dio todo, por eso no le puedo fallar. Voy a disfrutar por Patronato».
En otro momento, ante la consulta por cómo lo está preparando Rubén Forestello de lo mental para este partido, contó: «Con Darío desde que tuvimos una charla en la pre-temporada me empezó hablar de cómo tenia que jugar, cómo tenía que moverme, etc, y eso nos hizo bien a los dos, nos conocimos un poco más».
Y terminó la idea, con la frase que define su relación: «Y a partir de ahí, la relación fue cómo de un padre a un hijo. Trato de tomar sus consejos y se que los hace por mí bien. Lo único que me queda es aprender».
Y cerró, admitiendo que preguntó cómo es jugar en la Bombonera, pero pretende vivirlo en carne propio: «Vas preguntando y te dicen cosas maravillosas, que serán únicas cuando entre a la cancha».
Por: Gabriel Obelar